TRABAJO
MONOGRAFICO
Lo sublime en Longino, Burke y Kant
La
palabra Sublime es, de acuerdo a la Real Academia Española, un adjetivo que
significa excelso, eminente, de elevación
extraordinaria (RAE). La palabra sublime aparece en los textos sobre
retorica como en la del Pseudo Longino Περὶ ὕψους (Sobre lo sublime), escrito alrededor del I al siglo III d.c. Este
texto era desconocido hasta su primera publicación, realizada por Robortelli
(Basilea, 1554); siendo continuadas por las de Manuccio (Venecia, 1555), Weiske
(Oxford, 1820), y Egger (Paris, 1837). La traducción al castellano fue
realizada por primera vez Manuel Pérez Valderrabano (Madrid, 1770) aunque, de
acuerdo a Menéndez Pelayo, esta traducción se basa más bien en la realizada por
Boileau por el desconocimiento del autor de la lengua griega. Agustín García de Arrieta también hizo una
traducción en 1803 pero traduciendo el texto de Boileau, incorporándole en el
tomo VII su versión aumentada de Los
principios filosóficos de literatura del Abate Batteux. Recién se llega a
traducir al castellano en base al texto griego original en 1882 por Miguel José
Moreno. (Menéndez Pelayo, p. 17). Fuera de la península, en América Latina la
primera traducción que se hizo se realizó en Buenos Aires en 1863 por Juan
Mariano Larsen, sacerdote jesuita de origen francés. Sin embargo, aunque no había
una traducción al castellano, esta obra era muy consultada por los alumnos de
las clases de retórica en América (Longino, Casio, Pp. 65 – 66.).
Comenzamos refiriendo
que el texto del Pseudo Longino habla acerca de lo Sublime pero desde el punto
de vista de la literatura. A pesar de ello, hace algunas comparaciones entre la
literatura y las otras artes, y con ello establece elementos sublimes en la
pintura, la música y la escultura. Longino nos dice sobre lo sublime:
“… casi estoy eximido de sentar por anticipado, largamente, que lo
sublime es como cierta cima y
excelencia del discurso y que los más grandes poetas y escritores sólo por este
medio alcanzaron la primacía y la inmortalidad de su renombre. En efecto, no es a la persuasión de los auditores,
sino al éxtasis que lleva lo prodigioso; lo asombroso, junto a lo que arrebata,
siempre prevalece por doquier sobre lo persuasivo y gracioso, pues lo
persuasivo depende mayormente de nosotros, y en cambio aquellos ejercen un
poder y una violencia irresistibles, sobrepujando al auditor completamente” (Pseudo
Longino, P. 23.).
Bajo
esta frase podemos señalar entonces que lo Sublime es aquella imagen de grandes
dimensiones que causa al espectador un impacto visual tal que le produce un
sentimiento de éxtasis y de conmoción espiritual. Opuesto a este efecto sería entonces
lo bajo y lo ínfimo. Ello, sin embargo, no significa que la naturaleza tenga
como producción lo sublime, sino que, tanto en la naturaleza como en el arte,
este es un don complementario y que tanto entre el arte y la naturaleza hay una
tensión que es constitutiva de lo sublime (Pseudo Longino, P. 31). Más
adelante, Longino nos plantea dos tipos de criterios bajo el cual se analiza el
hecho de lo Sublime: en primer lugar, el receptor individual y, en segundo
lugar, la fuerza que lo verdaderamente sublime ejerce sobre el espectador, es
decir, la instantaneidad con que actúa esta fuerza y la perduración del efecto,
y de qué manera se puede representar en el arte (Longino, Casio, p. 91).
En
este punto hay ciertos aspectos que destacar como sustanciales y son, por
ejemplo, el uso de lo patético, y que comúnmente va unido a los afectos que no
tienen que ver con lo sublime, como son los lamentos, las quejas y los temores,
“y muchos rasgos sublimes hay sin afectos”
(Longino, Casio, p. 91); el empleo de la imaginación cuando habla que “cuando aquello que se dice parece que se
está viendo, en fuerza de la contemplación, o por la vehemencia del afecto; y
se reproduce tan vivamente que el lector padece ilusión” (Pseudo Longino, P.
61); y también el uso del encubrimiento o la simulación. Además, plantea la
imitación y la emulación de los grandes poetas pretéritos, aunque cuestiona la
imitación ciega. Entonces, pues, el arte proporciona a la naturaleza un
suplemento y para ello se subordina en
virtud de una cierta fusión a esta (Pseudo Longino, P. 61)
Un
aspecto a destacar en Pseudo Longino es que plantea a lo Sublime como una
experiencia estética tanto de los objetos que la suscitan como de quien la
experimenta, junto a lo Sublime moral, que se verá posteriormente en Kant.
Los
adjetivos a los que recurre Pseudo Longino para referir a los Sublime son las
de tamaño, grande, grandeza, abundancia
y enorme, así como la de patético. Y en cuanto a los elementos naturales
que producen este sentimiento son el mar, las tormentas, el rayo, volcanes y la
oscuridad.
En
esta obra, pues, podemos encontrar la idea grecorromana de que lo bello
implicaba armonía y justa proporción. Tal como precisa Eugenio Trías:
“Si bien en su esencia los platónicos y
neoplatónicos – antiguos o renacentistas – concebían la belleza en su pura simplicidad
espiritual y luminosa, no dejaban de aceptar ese carácter limitativo y formal,
de armonía y proporción entre las partes, a la hora de definir la belleza
subalterna incardinada en el mundo en el mundo de la apariencia sensible. Tanto
las estéticas de raíz estoica y vocación materialista como las estéticas de la
belleza concebida como idea luminosa – estéticas de la armonía y estéticas de
la luz – coincidían en definir la belleza en su presentación sensible en
términos de medida y limitación”. (TRias, Eugenio, pp. 34 – 35)
Esta
idea se mantuvo inalterable, salvo en algunos periodos, hasta mediados del siglo
XVIII, y consideraba que limitación y perfección era sinónimos, mientras que
maldad, fealdad, falsedad, irracionalidad, era similar a ilimitación e infinitud.
La idea era que el sentimiento de lo sublime une la sensibilidad con la razón,
produciendo en el hombre un goce moral, en el que la moralidad se hace
placentera y en donde la ética y la estética hallan su juntura y síntesis. Por
otra parte, la idea de la belleza era de presencia divina, encarnación,
revelación del infinito en lo finito. (Trias, Eugenio, P. 35, 41 y 42).
Para el crítico Louis
Marin, el pintor que representaría las ideas de Longino a través de Boileau es
Nicolas Poussin, y lo define como el artista que está obsesionado en pintar lo
irrepresentable. Para este crítico, la obra que más representa esta idea es la
de “Et in Arcadia ego”. La tumba y su
inscripción llaman a la atención sobre la forma en que la muerte y la utopía
sólo son perceptibles para nosotros bajo la forma de los signos que los
representan. Pinta el proceso mismo de la representación. Por ese motivo, las pinturas de Poussin son por lo general
sublimes, pero es su escritura en ellos es más sublime (Gilby, Emma, p. 5 - 6).
Edmund Burke y lo Sublime.-
El texto de Pseudo Longino
fue traducido por primera vez al inglés por John Hall en 1652, y surgieron
tratados en la que se buscó aplicar las propuestas del Pseudo Longino sobre lo
sublime pero en las artes plásticas, como las del historiador William Sanderson,
o las del pintor y teórico Jonathan Richardson con su Ensayo sobre la teoría de la pintura, publicado en 1715. Por otra
parte, en Francia, habían pintores teóricos que sostenían que la pintura y la
poesía se deberían juzgar bajo los mismos criterios como, por ejemplo, Charles
Du Fresnoy en De graphica arte,
publicado en 1668 (Hamlett, Lidia, P. 7.).
Por
otra parte, en 1739 el reverendo William Smith tradujo también el texto del
Pseudo Longino pero bajo la base de la moral cristiana en donde, sin
embargo, anticipa ciertos puntos de lo
sublime que luego serán tratados por Burke y Kant como, por ejemplo, como la
fuerza de la imaginación solo pudo ser provocada, pero no representada, en el
arte, así como del contraste entre lo sublime y lo bello y la asociación de lo
sublime con el terror (Hamlett, Lidia, P. 13)
Edmundo
Burke (1729 – 1797) fue un pensador inglés que escribió obras de carácter
filosófico y político, y es conocido por ser el padre del liberalismo –
conservadurismo inglés. Sin embargo, en la historia del arte es más conocido
por ser el autor del libro A
Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and
Beautiful, publicado en 1757. Este texto es importante porque habla sobre lo
Sublime y en donde hace un análisis del sujeto que recibe la impresión causada
por las propiedades o cualidades del objeto que la hace bello o sublime,
placentero o doloroso (Estudio Introductorio de Menene Grass Balaguer en:
Burke, Edmund, P. XII).
La obra se divide en cinco partes, que son:
- Sobre el gusto
- Lo sublime y lo
bello
a)
Parte primera (Los elementos que influyen en el gusto)
b)
Pasiones causadas por lo sublime
- Parte tercera: De la
belleza
- Parte cuarta: Causas
eficientes de lo sublime y de lo bello
- Parte quinta: De las
palabras
Si nos ponemos a comparar entre el texto del
Pseudo Longino con la de Burke, en primer lugar encontraremos que el primero no
establece una diferencia entre lo sublime y la belleza y, más bien, considera
que la Belleza es parte del efecto de lo Sublime. En cambio Burke, y siguiendo
los principios del Empirismo ingles establecidos por Newton, sostiene que hay una
diferencia entre Lo Bello y Lo Sublime, a su vez que las sistematiza. Por otra
parte, concuerda con Longino en que en el gusto también participa la
imaginación. Burke dice del gusto que:
“En conjunto, creo que lo que llamamos gusto, en su
aceptación más general, no es una idea simple, sino una parte hecha de una
percepción de los placeres primarios de los sentidos, de los placeres
secundarios de la imaginación y de las conclusiones de la facultad de razonar,
acerca de las diversas relaciones de estas, y acerca de las pasiones humanas,
costumbres y acciones” (Burke, Edmund, P. 16).
Es decir, el gusto es causado por un elemento
externo que influye sobre los sentidos y que este, a su vez, se basa en dos
causas: en la sensibilidad natural y por un contacto cercano al mismo. Junto al
gusto, coloca a la imaginación.
Pero cuando habla de los elementos que
influyen en el gusto, y específicamente del dolor y el peligro, señala que estos
son rasgos de lo sublime, puesto que:
“Todo lo que resulta adecuado para evitar las ideas de dolor
y peligro, es decir, todo o que es de algún modo terrible, o se relaciona con
objetos terribles, o actúa de manera análoga de terror, es una fuente de
sublime, esto es, produce la emoción más fuerte que la mente es capaz de
sentir” (16).
Esta idea es desarrollada en el capítulo referente
de las pasiones que causan este sentimiento, siendo las siguientes: el terror,
la oscuridad, el poder, la vastedad, la infinidad, la sucesión y uniformidad,
la dificultad, la magnificencia, la luz, el color, el sonido y el ruido, los
gritos de los animales, los olores penetrantes y los hedores y, finalmente, el
tacto y el terror.
Los elementos de la naturaleza que producen
lo sublime son:
a) Paisaje: mar,
montaña
b) Animales: Tigre,
león, onza, rinoceronte.
c) Fenómenos: luz del
sol, oscuridad
d) Personajes: Satanás
(Milton)
Distinto de Lo sublime es, para Burke, la
Belleza que no la define por la proporción, y considera que su verdadero
opuesto no es la asimetría sino la fealdad. De acuerdo a Burke, para que un
objeto o un ser sean bellos deben ser pequeños, tener la lisura (ser liso), tener
una variación gradual, delicadeza, ser de color suave, tener fisionomía gentil
y mirada dulce, tener gracia y elegancia, etc. Para Burke, lo Sublime es lo
inaccesible mientras que la belleza, en cambio, es lo material y accesible.
A continuación, propugna una relación entre
la belleza y lo sublime, aunque distinguiendo que hay objetos bellos que pueden
ser sublimes pero que no existen objetos sublimes que puedan ser bellos.
Entonces plantea que esta relación solo se da por una asociación y a través del
dolor y el miedo.
Este texto influenció
mucho en su época y, debido a ello, la naturaleza insensible se convirtió en un
vehículo para la expresión de pensamientos y emociones humanas, convirtiéndose a
su vez en un sitio primario de la experiencia sublime y de lo sublime (Vaughan,
William, P.
29).
Ello se demuestra en que aparecen pinturas
donde la naturaleza se presenta de manera magnificente, incontrolable y
destructora, y los paisajes de marinas se convirtieron en espacios de escenas
narrativas en donde aparecían historias terroríficas de embarcaciones en el que
los náufragos luchaban por sobrevivir en medio de la tormentas como se observa,
por ejemplo, en la obra El naufragio de la Medusa, de Géricault o en las
pinturas de Turner.
Esta pintura representa la escena del
naufragio de la fragata de la marina francesa Meduse, encallada frente a la
costa de Mauritania el 2 de Julio de 1816. En ese naufragio quedaron a la
deriva alrededor de 147 personas y en donde solo sobrevivieron 15, muriendo
durante 13 días, y en donde tuvieron que soportar hambre, deshidratación,
canibalismo y la locura.
Una de las obras de Turner que podemos dar de ejemplo es la pintura “Tormenta de nieve”, obra de la que surge
la anécdota que el artista pidió ser atado a un mástil de un barco durante
cuatro horas en una acción heroica con el fin de poder observar los efectos
meteorológicos de la una manera más cercana, bajo un intento de demostrar a los
críticos que lo habían acusado de pintar nada más que “espuma de jabón y cal”.
Turner declara que este barco se llamaba Ariel
pero, el barco que se llamaba así se encontraba en el puerto de Harwich y se
desconoce que este artista lo hubiera visitado, por lo que se plantea más bien
que el artista eligió este nombre en recuerdo del personaje Ariel de la obra de
Shakespeare La tempestad. Por otra
parte, esta pintura evoca a los artistas del pasado, a quienes admirada como a
Joshua Reynolds y su interés en la representación de la naturaleza. De esta
obra Mark Rothko dijo que “Este Turner
aprendió mucho de mí” (Hall, James, p.7)
Kant
y lo sublime.-
Posterior a la obra
de Burke es el breve texto de Emmanuel Kant titulado Beobachtungen über das Gefühl des Schönen und Erhabenen
("Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime"), editado
en 1764. En esta obra, que se encuentra aún influenciada por el Empirismo
inglés y especialmente en Burke, Kant sostiene que lo sublime es aquello que
sacude a la mente; en cambio, la belleza es aquello que encanta y agrada. Y es en
base a estas ideas en el que plantea una serie de características para ambas
categorías, entre las cuales se encuentran algunas de las ya mencionadas por
Burke (como, por ejemplo, lo grande, en oposición a lo pequeñez que es
característica de lo bello), y por momentos se opone a las ideas de Burke (como,
por ejemplo, que lo bello es sencillo y lo sublime es lo opulento, idea que
Burke sostiene lo contrario).
Las siguientes son
las características sobre lo sublime y lo bello según Kant:
Sublime: terrorífico, noble, noche, infinitud, inteligencia, audacia,
veracidad, rectitud, respeto.
Bello: Pequeño, engalanado, ingenio, astucia, broma y
lisonja, amor.
Ahora bien, Kant extiende
estas características al ámbito moral, empezando con la clasificación de los
cuatro temperamentos de acuerdo a Galeno (sanguíneo, flemático, melancólico,
colérico) y llega incluso a incluir a los temperamentos en base al sexo y nación,
pero buscando establecer un carácter sublime moral. Es decir, va de menos a
más, que es el esquema de análisis de Kant (Adaptado de López Marín, Alfonso, Pp. 85 – 98).
Posteriormente, Kant retoma
esta idea y la desarrolla en la que sería su última obra, la Kritik der Urteilskraft (Crítica del
juicio), publicado en 1790. En ella sistematiza estas ideas y las hace más compleja.
Esta tercera crítica se plantea como un lazo de unión entre la teoría y la
práctica, como el mismo autor sostiene en una carta dirigida a su amigo
Leonhard Reinhold, en diciembre de 1787, y se produce al descubrir que también
hay juicios a priori en la estética,
al igual que en la ciencia y en la moralidad, que es la capacidad de juzgar.
Por lo que se propone descubrir cuáles son los criterios con los cuales se
rigen estos principios a priori.
La obra se compone de
las siguientes partes:
a)
Contenido. Texto
introductorio
b)
Prologo e
introducción
c)
Primera parte. Critica
del juicio estético.
d)
Primer libro de la
primera sección: analítica de lo bello.
e)
Segundo libro de la
primera sección: analítica de lo sublime.
f)
Deducción de los
juicios estéticos puros.
g)
Segunda sección:
dialéctica del juicio estético
h)
Segunda parte.
Critica del juicio teleológico
i)
Primera sección:
analítica del juicio teleológico
j)
Segunda sección:
dialéctica del juicio teleológico
k)
Apéndice metodología
del juicio teleológico.
De acuerdo a Kant, la
capacidad de juzgar se basa en principios a
priori que se unen con el conocimiento empírico, es decir, con los medios
que le da la naturaleza, y esta naturaleza se rige bajo leyes de acuerdo a una
unidad inteligible ordenadas por una mente suprema y de acuerdo a una finalidad.
Ahora bien, la actividad de juzgar se desarrolla de dos modos: determinante, en cuanto que va de lo
universal a lo particular; y reflexionante,
que va de lo particular a lo universal.
Por otra parte, “las leyes
empíricas especiales han de considerarse como si un entendimiento que no es el
nuestro las hubiera predispuesto para nuestras facultades cognoscitivas con
objeto de posibilitar un sistema de experiencia según leyes especiales de la
naturaleza” (Colomer, Eusebi, 255). A ello se agrega que la idea de Dios sirve
como una función reguladora y permitida por la dialéctica trascendental, por lo
que la investigación científica se
fundamenta bajo la idea de que la naturaleza se constituye en una unidad
inteligible, dispuesta por una Inteligencia Suprema, siendo esta a su vez la
idea de la finalidad de la naturaleza que es un especial concepto a priori, el
cual rige el uso de la facultad de juzgar y que tiene su origen en el juicio reflexionante. Por juicio reflexionante, se considera a la
naturaleza como una organización ordenada bajo un sistema de leyes empíricas
unificadas.
A través del juicio
reflexionante podemos también llegar al juicio estético debido a que se dirige
a un fin explícito, teórico (unidad racional) y practico (bien moral), que da
lugar al sentimiento del placer el cual dejara de ser algo subjetivo para
alcanzar un valor universal. Esta actividad de juzgar se realiza de dos
maneras: como aprehensión de la belleza (juicio estético); y como aprehensión
de la finalidad de la naturaleza (juicio teleológico).
Kant, entonces, busca
una respuesta a las preguntas: ¿Cómo es posible la belleza? y ¿Cómo son
posibles los juicios estéticos? Entonces expone su primera tesis de estética:
1.
Lo bello es el objeto
de un placer desinteresado
2.
Lo bello es lo
conocido sin conceptos como el objeto de un placer universal.
Para Kant, el placer
estético procede de las libres facultades del alma, mientras que el juicio
estético tiene un valor de necesidad subjetiva y ejemplar en cuanto que los
demás sujetos deben coincidir con nuestros juicios. Por otra parte, el juicio
estético es singular por su objeto, que es concreta y particular, y es a si
misma universal. Se funda a priori en las disposiciones de las facultades del
sujeto, que es lo que llamaría finalidad subjetiva.
En cuanto a lo
sublime, Kant la define como lo grande, lo infinito e ilimitado y sin forma, en
oposición a la belleza, que es lo pequeño, con que tiene forma. Por ese motivo
Kant vincula a lo bello con el entendimiento y a lo sublime con la razón, en
cuanto que lo bello remite al entendimiento y la imaginación, en cambio lo
sublime la rebasa.
Kant considera que
hay dos tipos de sublime, que son: lo sublime matemático (grandeza) y lo
sublime dinámico (acción). Pero el sentimiento de la sublimidad no nace de los
objetos sino del espíritu, y este se halla unido con la moral y la
religiosidad, no solo por la fuerza que la naturaleza produce en nosotros sino
además por nuestra facultad de juzgarla sin temor y por nuestra determinación.
Con respecto al arte,
primero refiere que se distingue de la naturaleza por el hacer del obrar o
producir, y luego expone que solo debe llamarse arte a la producción por medio
de la libertad en base a la voluntad que pone razón en su actividad. Por otra
parte, la belleza natural coincide con la belleza artística en cuanto que la
finalidad en la forma está libre de reglas. La naturaleza es bella en cuanto
que parece ser arte y el arte solo se puede llamar bello solo cuando parece
naturaleza. El mediador entre lo bello natural y lo bello artístico es el
genio, que nace de la unión proporcionada de entendimiento e imaginación, y por
la cual el entendimiento pone orden y disciplina a la imaginación. En
consecuencia:
“… el arte es la libre actividad del individuo
genial que colma el abismo entre necesidad y libertad, entre función natural y
la misión moral del hombre” (Colomer, Eusebi,
p. 259).
Y si la finalidad en
el juicio estético es de carácter subjetivo, también tiene un aspecto objetivo en
cuanto que suponemos como fundamento de la eficacia causal que la idea del
efecto es a su vez la condición de posibilidad del mismo efecto. Además, una
cosa existe como fin de la naturaleza, cuando es causa y efecto de la misma.
Sin embargo, se presenta el problema de cómo puede existir una idea, y Kant
explica que la respuesta es que existiría una metafísica, y que tanto el Idealismo
como el Realismo no dan respuestas satisfactorias, por lo que la única
explicación es que hay efectos en la naturaleza que no podemos explicar pero
que estaban preconcebidos. Por eso dice que no se sabe cómo es la naturaleza
pero se la debe juzgar como si estuviera ordenada finalisticamente y, en
consecuencia, debemos ver al mundo material como simple fenómeno y, dentro de
él, la causalidad como constitutiva y la finalidad como reguladora.
En conclusión, las
definiciones que Kant da a ciertos puntos que plantea Edmund Burke acerca de lo
sublime, son las siguientes:
a)
La relación del
sentimiento de lo bello y de lo sublime, es que siempre es la primacía del
sujeto con respecto a ambos sentimientos en el sentido de interioridad.
b)
En el sentimiento de
lo bello se da la relación armoniosa que se da entre el intelecto y la
imaginación.
c)
En el sentimiento de
lo sublime se da, en cambio, la relación armoniosa entre la razón que es el
órgano de la metafísica y la imaginación.
d)
Entre ambos
sentimientos hay una sensación de libertad y autonomía.
e) La razón es el órgano de la metafísica y el intelecto
o entendimiento es la base del conocimiento científico.
La pintura que se podría
poner como ejemplo de la obra Observaciones
sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime es la pintura de Johann Heinrich Füssli La pesadilla, en
cuanto que refleja las visiones fantasmales que se presentan en la noche, y que
se hallan asociados a lo terrorífico, al satanismo, al miedo y la soledad. En la
escena aparece una mujer dormida que ha sido poseída por un íncubo, y en
segundo plano se observa la cabeza de un caballo de aire fantasmal que
contempla la escena. Debemos señalar que el título en alemán, Nachtmahr, era el nombre del caballo de
Mefistófeles.
En cambio, la obra
que podría representar las ideas de Kant en la Critica del Juicio es la pintura
de Gaspar Friedrich La cruz en la montaña
(Das
Kreuz im Gebirge), retablo
pintado en 1808 y que fue la primera pintura que le dio renombre a este pintor.
En ella vemos como el sentimiento de lo
sublime se ve asociado entre la razón que es el órgano de la metafísica y la
imaginación. La escena transcurre durante la crucifixión, del cual solo existen
referencias escritas del hecho pero no hay ninguna descripción minuciosa del
mismo, ni una imagen de la escena, por lo que se tiene que recurrir a la
imaginación sobre el suceso. Aquí la pintura narra al momento en el que fallece
Cristo en la cruz previo al efecto negativo en la naturaleza (tormentas,
terremoto). Se observa en esta pintura la escena del crepúsculo solar reflejado
en la montaña, donde los rayos solares lanzan sus últimos rayos sobre la cima
del monte, mientras que Cristo muere en la cruz. Lo sublime matemático (la
grandeza de la montaña) y dinámico (la luz en movimiento) se une a la
imaginación (escena de crucifixión), y en donde la razón se halla asociado a la
naturaleza de una manera armónica y mostrado de una manera velada e insinuada a
través de una escena trascendental.
Otra
pintura también podría ser de Gaspar Friedrich Viajero frente a un mar de nubes (Der Wanderer über dem Nebelmeer). En
ella el hombre aparece en la cima de una montaña pero no con aire de
superioridad sino en ademan de respeto a la naturaleza, y ese respeto a la
naturaleza sublime es, de hecho, una forma de respeto al ser humano que concibe su vida
terrena como un preludio a la vida eterna.
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Consultado el 30/08/2016 (es.wikipedia.org)
Sumario recorrido, aunque poco articulado y, a veces, con algunas imprecisiones, como esa de que Newton fundó el empirismo inglés. Asumo que estabas pensando en F. Bacon.
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