Comencemos revelando el contexto filosófico en el cual surge el
pensamiento de Baudrillard. Este se encuentra en diálogo con la corriente de posestructuralistas
franceses. Para ellos la muerte de Dios, y por ende la inexistencia de una
Verdad absoluta (Nietzsche), y la lingüística estructural (Saussure) son puntos
de referencia clave. Con Saussure vemos el lenguaje como un sistema de
diferencias. Es decir, la relación entre significante (la palabra) y el
significado (lo que evoca la palabra, a lo que refiere) es puramente arbitrario
y se da gracias a la diferencia entre los significantes. Es decir, para que una
palabra tenga sentido, debe estar inscrita en una estructura compleja en la
cual esa palabra adquiere sentido solo por diferenciarse de las otras palabras.
Es esto lo que retoma Lacan y lo radicaliza al incorporar la primacía del
significante. Así, el significante (y por ende el ámbito de lo Simbólico para
Lacan, el ámbito del lenguaje) es lo que da forma al significado. Esto lo vemos
claramente expreso en su ejemplo de la puerta de los baños. En este ejemplo
(Figura 1), hay dos puertas exactamente iguales, sin embargo la diferencia la
inscribe el significante “hombre” o el significante “mujer”. A su vez, esta
diferencia solo tiene sentido dentro de la estructura, de lo simbólico, y no
hay nada que la sostenga más allá de las diferencias. No hay nada que garantice
el sentido como lo hacía Dios, o la Verdad. Es importante entender este giro
lingüístico ya que empapa el pensamiento de Baudrillard, quien lo lleva a la
semiótica y al determinismo tecnológico.
Figura 1: Las puertas de baño de Lacan
Así, la preocupación de
Baudrillard refiere a la condición de las imágenes, de la representación y de
la realidad en las sociedades del capitalismo tardío y altamente tecnológico y
mediatizado. Según Baudrillard, en estas épocas nos encontramos en una
situación en la que la representación ya no es la representación de una
realidad. En términos metafóricos, el mapa hoy en día no es una imagen del
territorio, sino más bien existen mapas sin referentes a un territorio que
producen un territorio. Es decir, representaciones sin relación a una realidad
que crean una hiperrealidad que oculta el hecho de que la realidad ha dejado de
existir. De esta manera plantea su concepto de simulacro. Este es un concepto
clásico de representación, sin embargo Baudrillard pone tres órdenes de
simulacros. En primer lugar (primer orden) están los que representan a una
realidad sin mayor problema. Luego encontramos los simulacros de segundo orden:
que confunden la representación con la realidad. Finalmente están los
simulacros del mundo contemporáneo (tercer orden) que son modelos o
representaciones sin original o que ya no tienen original. Por otro lado, la
simulación sería el proceso de imitación. Sobre la diferencia entre disimular y
simular, Baudrillard escribe que: “disimular es fingir no tener lo que se
tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a una
presencia, lo otro a una ausencia.” (Baudrillard 1978: 8). Así, la simulación
amenaza la distinción entre verdadero y falso y es el proceso en el cual se
produce la hiperrealidad a partir de los simulacros.
Ahora, esta condición de las
representaciones y la hiperrealidad está íntimamente relacionada a la forma que
la tecnología nos constituye como sujetos. Es decir, la sociedad a la cual
alude Baudrillard está marcada por una alta sofisticación de las tecnologías de
comunicación, información y entretenimiento. La televisión, el cine, la
publicidad y los centros comerciales constituyen la realidad; marcan la pauta
de como los sujetos actúan y piensan. Vemos que “es preciso pensar los
mass–media como si fueran, en la órbita externa, una especie de código genético
que conduce a la mutación de lo real en hiper- real” (Baudrillard 1978: 58). La
representación mediática de la belleza corporal no es una que se basa en una
realidad de gustos de las personas, sino que es una que construye lo que es la
belleza y lo que las personas consideran como bello. En ese sentido el canon de
belleza físico es hiperreal. Otro ejemplo sería uno que usa Baudrillard en otro
texto sobre la Guerra del Golfo. En este, él cuenta una anécdota en la que unos
periodistas que se encuentran en vivo en el lugar de la guerra están viendo la
televisión estadounidense para informarse de lo que sucede y así reportarse a
EEUU. En esta medida, lo que sucede en los medios, en las noticias, construye
no solo lo que sucede para los espectadores, si no para los que están
involucrados en la misma guerra (Lane 2000: 95). En la medida en que nuestras
vidas están mediadas por los medios de comunicación, todo lo que vivimos es
hiperreal.
Un caso emblemático es el de la
música rock y los discursos que se manejan en este género musical, en especial
en una forma más agresiva: el punk de los 70s. El rock desde sus inicios ha
sido la música de la sociedad de consumo y un fenómeno totalmente mediático. A
partir de los 60s se ve permeado con discursos contraculturales. Ahora, el punk
recoge esto y regresa a formas musicales más “simples” que el rock progresivo
había dejado de lado. Un ejemplo que creo que serviría es el de la banda
británica Sex Pistols. Esta banda
comenzó siendo un proyecto del productor Malcolm Mclaren que unió a ciertos
integrantes para crear un producto que tenga una estética y discurso
contestatario y anárquico. Temas como
originalidad, autenticidad, no “venderse” se manejan en los discursos del Punk,
a pesar de ser algo totalmente mediático y teatral. Ahora, lo interesante es
como se recibe esta construcción mediática por el mismo público, incluso en
otros lugares del mundo como aquí en Perú. Vemos que aquí se desarrolla el
movimiento Subte que es la variante
del Punk del mundo de habla inglesa pero en Perú. La gente peruana consume y se
constituye por estos discursos de autenticidad y originalidad y los reproducen
en sus mismas bandas y vidas cotidianas. Es decir, son “auténticos”
reproduciendo estos constructos mediáticos recibidos a través de películas,
radio e industria discográfica. Es decir, atendemos a un simulacro de 3er
orden.
Video 1: Anarchy in the U.K. - Sex Pistols
Algo similar sucede con lo que algunos llaman la epidemia de payasos que está sucediendo en Norteamérica.
Actualmente se están publicando avistamientos de payasos en lugares extraños o
deshabitados que persiguen a personas y las asustan (video 2). Novelas como It de Stephen King y su adaptación a una mini serie (como también
la nueva adaptación al cine que saldrá en el 2017), e historias de asesinos en
serie como Pogo el payaso, han
contribuido a la creación de este fenómeno de payasos siniestros. A su vez, la
mediatización ha hecho que se propague y que varios repitan esta misma acción
en otros lugares. Vemos que este podría ser otro ejemplo en que la cultura pop,
a través de los medios de comunicación, construye una realidad hiperreal.
Video 2: Epidemia de payasos
Finalmente, en el contexto del Pop Art, vemos que la hiperrealidad es el
tema de predilección. La cultura de la sociedad de consumo y de los medios
masivos de comunicación se ven como los temas favoritos de estos artistas. Estos
evidencian como nuestras vidas están marcadas por la hiperrealidad y el juego
de imágenes sin referentes que constituyen a los sujetos. La referencia a lo
kitsch (Litchenstein con
los comics), a las estrellas pop y la publicidad (fig. 2), o a las
mismas vida de los 50s como un collage mediático (fig. 3). Es decir, estos artistas están
constituidos por estas vidas de hiperrealidad del capitalismo tardío y lo
plasman en sus obras, así creando obras de arte hiperreales. La diferencia con
épocas anteriores la podemos ver entre un bodegón de Caravaggio (fig. 4), y el Still Life #30 de Tom Wesselmann (fig. 5). En
Caravaggio vemos un intento de mímesis de la realidad a la manera de un
tramapntojo. Por otro lado, el bodegón de Wesselmann también busca cierta
imitación de la realidad, sin embargo, pareciera una realidad casi plastificada
y caricaturizada. La importancia que cobran todas las marcas de los productos
es notable ya que todas están mirando al espectador. Esto es una clara muestra
de la constitución de la subjetividad posmoderna a partir de la publicidad y la
sociedad de consumo. Así como otras obras de Pop Art, lo consideraría un
retrato hiperreal de la hiperrealidad.
Fig. 2:
Marilyn Diptych
Andy Warhol
1962
Serigrafía
205.44 x 289.56 cm
Fig. 3: Just
what
is
it
that
makes
today’s
homes
so different,
so appealing?Richard
Hamilton1956Collage26 cm
x 24.8 cmKunsthalle Tübingen
Fig. 4
Cesto con frutas
Caravaggio
Óleo sobre lienzo
46 x 64 cm
f
Fig. 5:
Still Life #30
Tom Wesselmann
1963
Óleo, esmalte, polímero sintético y
collage sobre una tabla de composición
122 x 167.
5 cm
Bibliografía
BAUDRILLARD, Jean
1978 Cultura y simulacro. Barcelona: Kairós.
LANE, Richard J.
2000 Jean Baudrillard. Londres: Routledge.
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