Del
“Habitante de las cordilleras” al “Indio alfarero”
Resumen
Lectura.- Buntinx, Gustavo. Del
“Habitante de las cordilleras” al “Indio alfarero”, variaciones sobre un tema
de Francisco Laso. En: Márgenes N° 10/11 (nov 1993), Casa de estudios del
socialismo Sur, Lima, pp. 9-92
TEMA (p.9)
Existe un consenso en
reconocer la importancia del pintor peruano Francisco Laso (1823 – 1869), pero
aún faltan estudios sobre su obra. En este artículo, Buntinx estudia el cambio
de título de la pintura, ya que este hecho resultaría muy significativo: “El
problema de su denominación es también el de su lectura y todo el importe
ideológico que ella acarrea” p.9
La Obra: Fue pintada en París
con ocasión de la Exposición Universal de 1855, representa a un hombre de pie
sosteniendo una cerámica, tanto el rostro como el ceramio están modelados por
una luz cálida. Buntinx señala que se trata de una representación alegórica, ya
que el retratado es un mestizo, el atuendo corresponde al sur andino y el
ceramio no es contemporáneo al retratado, más bien se trata de una pieza
prehispánica. Además, el espacio abstracto no permite pensar la obra como una
representación pintoresca. El ceramio de un guerrero moche preso y sometido
sería una referencia a la condición del indígena peruano (En este punto
específico, Buntinx cita a Francisco Stastny) p.11.
El ceramio aparece en otras dos
pinturas; y en cada caso, el artista se ha preocupado de representarla con
algún deterioro; también se observa que carece de genitales, según Buntinx
podría ser por pudor pero es más probable que represente una castración, tanto
en alusión a la situación del indio como a una cultura. P.13 y p.14 A su vez la
vasija tendría connotaciones uterinas, esta ambivalencia sexual, se haría
evidente en una serie de ambivalencias en su obra. p14.
Buntinx interpreta que la obra
de Laso estaría hablando sobre la abolición de los tributos; (medida que tomó
Ramón Castilla en 1854, y la obra se realizó en 1855). El autor también señala
que en la época, se daban posturas distintas sobre el indio, éstas iban desde
la integración total a la modernidad, ignorando cualquier tradición o pasado, hasta
la revalorización de la cultura precolombina con miras a una integración total
de la sociedad.
En algunos escritos, Laso
comparó un ceramio prehispánico con la obra de Luca della Robbia, lo cual nos
hablaría de que el pintor estimaba al arte del antiguo Perú, tan valioso como
el europeo. Mientras tanto, Francisco Stastny señala que en la obra El Habitante de las Cordilleras
estaríamos viendo por primera vez en una valoración estética de una pieza
prehispánica. En la lectura se señala que los cuadros de Laso (no sólo El Habitante), estarían haciendo
referencia a sus ideales políticos, por ejemplo el Retrato de Gonzalo Pizarro o la Alegoría
de la Justicia; sobre éste último cuadro, Buntinx señala que tendría
relación con un llamado que hizo Laso un año antes:
“a luchar por la “rejeneración de la patria” a
la espera de una “época de justicia, castigo y de consuelo” “p.17. [En: El Barón
de poco me importa. Aguinaldo para las señoras del Perú, ….. París, 1854]
Un cronista de El Comercio de
la época, lo consideró el retrato de la diosa de la venganza. Asimismo, dicho
cronista, se niega a ocuparse de El
Habitante, ya que, según dice, los críticos parisinos ya lo elogiaron
bastante. Esta negativa, sería significativa, a continuación cito:
“Una actitud que marca el primer paso en la
trasformación del Habitante de las
cordilleras en El Indio alfarero.
Una construcción ideológica, destinada a negar la perturbadora complejidad de
la imagen original: aún hoy en día resulta mucho más cómodo asumirla como la
simple idealización de un personaje típico que reconocer en ella esa brillante
y tan actual alegoría de un país de razas y tiempos contrapuestos. Nuestra
modernidad irresuelta” p.17
VARIACIONES (p.18)
La obra de Laso nos habla de
lo problemático de la construcción de una identidad en la nueva nación. Este
pintor, nació en Tacna, fue llevado a Lima para cursar sus estudios, viajó tres
veces a Europa, también estuvo en Arequipa. Hacia 1851 viajó a cusco y Puno,
destinos que habrían sido muy importantes en el desarrollo del pintor.
Las
“cordilleras” de Humboldt y sus “habitantes” en Laso (p.20)
Los libros de Humboldt –que
contaban con numerosas ilustraciones– tuvieron amplia difusión tanto en Europa
como en América, lo que estableció una especie de norma sobre el aspecto del
territorio que él exploró.
Sin embargo existía gran
diferencia en su recepción en cada continente, los prejuicios europeos serían
utilizados por las élites criollas en función de construir una definición de
nación; Este uso no es una imitación acrítica, más bien se trataría de una apropiación.
A esto Buntinx le llama la invención criolla. P.21
La obra de Humboldt ofrecería
una visión romántica de la naturaleza en donde el hombre americano desaparece
de alguna manera y sólo es tomado en cuenta como asistente servil o parte de la
naturaleza salvaje (si se quiere ver cita 23 a pie de página). Este sentido de deshabitado es el que interesa a
Buntinx.
A propósito, el comentario de
lámina 16 señala: el que porta el saber y enseña es la figura occidental, que
representaría la civilización y el que escucha (que es el guía), representaría
la barbarie, según Buntinx, el brazo de Humboldt se superpone al del indio y
esto estaría representando una expropiación del conocimiento nativo. Ya que en
realidad es el indígena quien ha guiado y enseñado los parajes, plantas, etc.,
a los visitantes. P.23-24. Sobre este punto el autor señala:
“No hay discurso más ideológico que el que se
articula desde la pretensión de una neutralidad científica” p.25
Estas obras que ilustran los
textos de Humboldt harían recordar en algo las Pascanas de Laso, pero con la
radical diferencia que nuestro pintor otorga un lugar central a los personajes
que se observan dignificados; es decir que el discurso de Laso es étnico y
cultural. p25
Sería altamente probable que
Laso conociese la publicación de Humboldt, más aún cuando sus primeros estudios
artísticos los hizo con Javier Cortés dibujante de la expedición de Humboldt.
Buntinx señala que El habitante de las cordilleras podría ser una especie de
respuesta a Humboldt
“[…] es como si Laso se hubiera propuesto pintar el
habitante ausente de la imagen europea de las cordilleras consagrada por
Humboldt.” P26
En el discurso de Humboldt se
desvincula al indígena actual (contemporáneo a él) con su territorio y con su
historia ya que no se le reconoce como heredero de la grandeza de las cultura
prehispánicas (que sí es reconocida). P28
Sobre este tema Buntinx dice:
“La opción de Laso es precisamente la contraria.
Iluminar la presencia reprimida del pasado en el presente, evocar en sus ruinas
las latencias contenidas. Despertarlas.” P.28
Lo
arcaico y lo porvenir (p.28)
Una visión muy distinta a la
de Humboldt, es la ofrecida por Mariano Eduardo de Rivero y Juan Diego de
Tschudi en el libro Antigüedades Peruanas,
obra publicada en Viena en 1851. El mayor peso de la publicación recae sobre
Rivero quien realizó la investigación; incluye en su libro una ilustración muy
significativa de Pachacamac. Allí sucede al revés que en las láminas de
Humboldt.
Rivero también estaría
borrando al indígena contemporáneo para poner al criollo en su lugar (esta
acción tendría una connotación negativa porque criollo, en esta lectura, es muy distinto a un mestizo, quien sí participa étnica y
culturalmente del mundo indígena)
Este libro fue presentado en
la exposición universal de 1855 al igual que El habitante, pero Laso lo habría
leído antes, ya que en el texto, se incluye una lámina de un ceramio
moche que representa a un prisionero, acompañada de su respectiva descripción. Además,
Laso habría visto directamente la pieza original ya que en un texto posterior
(1859) señala que pudo apreciar directamente varias piezas. P.34
Buntinx señala que en esta
publicación también se incluyen láminas de piezas muisca, las cuales muestran
una posición similar a la que Laso le da a su personaje, ya que se trata de
personajes que portan cabezas de sacrificados. Según el autor, la decapitación es una
simbolización de la castración y en la obra de Laso, esta castración tendría
connotaciones uterinas y fecundantes.
“[…] un pasado concebido como
presente y como presencia, fuerza actuante y perturbadora” p35
Buntinx también relaciona Las
figuras de las pascanas con las momias que ilustran el libro de Rivero y a su
vez a la posición del prisionero moche. Esta figura de forma fetal
representaría lo reprimido pero latente. P.35
Rivero invocó a realizar “la
obra gigantesca de la regeneración del pasado” y al parecer Laso la asumió,
pero desde su propio punto de vista.
“A diferencia de Antigüedades Peruanas, su obra nos
ofrece la primera reflexión artística sobre el conflictivo lugar que lo
indígena contemporáneo ocupa en el
imaginario criollo.” P. 37
Lo indio tendría varios
niveles de lectura: lo histórico, cultural, simbólico y fantasmático.
El
retorno de lo reprimido (p. 37)
Temas importantes para Buntinx
son la culpa y ansiedad que habría sufrido el pintor y alude específicamente a
la Historia de Manuquita; el pesar por no haber delatado al verdadero ladrón,
habría sido motivo de profunda tristeza hasta la vida adulta. Según Buntinx, la
culpa en el Perú está relacionada a sexo, raza y clase. P.37
Más adelante, el autor señala
que su Santa Rosa tendría una posible
alusión genital en la postura de las manos y la compara con El Habitante que sostiene la cerámica a
esa altura del cuerpo. Esto debe ser contextualizado y se señala que la historia
de Manuquita no era irreal; a propósito de este tema, se cita el cuento No Era Ella de Juan Vicente Camacho, que
trata de un caso similar pero que a la niña se le golpea hasta causarle la
muerte, también cita un estudio sobre casos reales en el que se narra la misma
historia (en este caso, se trata de una niña llamada Ramona). Y finalmente el
cuento Si Haces Mal, No Esperes Bien de
Juana Manuela Gorriti. Este discurso crítico, de denuncia, sobre el maltrato al
indígena, sería un discurso de corte indigenista proveniente de los
intelectuales criollos más modernizantes.
El cuento de Juana Manuela
Gorriti[1], haría alusión también al temor al incesto, lo
cual derivaría en la fantasía criolla de un Perú blanco. Este cuento señala más
explícitamente por qué lo sexual, racial y social se mezclan. Según
interpretación de Buntinx, el amor fracasa al intentar legitimar una híbrida
legitimidad p.43
Una
Belleza nueva (p.44)
En este acápite se señala que
“la construcción de la identidad criolla es también
la invención de una alteridad indígena” p.45
Lo indígena es asociado con lo
arcaico mientras que los criollos representarían el desarrollo y la modernidad.
En esa época estaba en boga, en algunos sectores, la idea de traer europeos
para “mejorar la raza”. Laso se opone a dichas ideas y escribe en la Revista de
Lima, que estas mezclas son beneficiosas y alude a una paleta llena de colores
en vez de un solo color. P47
“Una belleza nueva que también se expresaría en el
ámbito de la moral y la política” p48
La conquista más bien marcaría
un camino de desorden y abuso sexual y como consecuencia hijos ilegítimos. P.49
Es decir que no se trataría de la unión voluntaria de lo diverso, más bien
habría sido un mestizaje producto de la violencia y el abuso.
Finalmente, se resalta la
elección, por parte de Laso, de retratar a Gonzalo Pizarro, quien representa la
rebelión “que se quiso mestiza” p. 50. Por tanto, El Habitante, estaría hablándonos de la posibilidad de construir un
país mestizo.
La
escena originaria (p.50)
La propuesta de Laso contrasta
con la de Luis Montero, que es un poco posterior. Éste último artista, recibe
un reconocimiento general con su obra Los
funerales de Atahualpa, tanto en Florencia donde exhibe primero la obra así
como en diversas ciudades de Latinoamérica, que recorre antes de llegar a Lima.
Este cuadro resulta muy
significativo para Buntinx, quien señala que
“ […] la conquista es hasta cierto punto denunciada
y el elemento indígena queda finalmente reconocido, pero sólo para ser
declarado, en el mismo gesto, una presencia muerta.” P. 52
Y más adelante señala:
“Lo único viril indígena está muerto y
secuestrado”, citando a Roberto Miró Quesada, p.52
Buntinx también señala como
significativo el hecho de que El
Habitante y el Retrato de Gonzalo Pizarro,
sean expuestos juntos, según su lectura, este hecho estaría hablándonos de un
“mestizaje digno” y de “la posibilidad
de la incorporación del otro en un
mismo cuerpo.” p.53
En un momento en el que se
está definiendo la nueva nación (el autor se pregunta si aún está por
definirse), la opción que Laso nos ofrece es la del mestizaje, pero no sólo
alude a grandezas pasadas, también a personajes contemporáneos destacados como
Andrés de Santa Cruz, hijo de la Casica de Huarina. P.54 Este personaje resulta
particularmente importante por haberse constituido en un punto del racismo de
los criollos. A su vez, éstos habían realizado un “vaciamiento” (p.54) de la
significación que tendría lo incaico, asumiéndolo como apariencias, para
legitimarse como auténticamente peruanos. El proyecto de Santa Cruz fracasó,
por lo que prosperó la visión criolla de nación, un enfoque que era racista.
P55.
Las décadas de 1840 a 1860,
serían un tiempo de transición en el que se dejan las formas coloniales y se
asumen una modernidad asociada a una oligarquía fracasada en su intento de
forjar un país “blanco”
Allos
agoreúein
(p.55)
(otro / declarar)
Uno y otro cuadro estarían
representando este momento de tránsito (años 1840 a 1860); por eso el triunfo
de Montero, en su cuadro se reconoce la grandeza del personaje, pero sólo como
cadáver, como algo muerto. En cambio la obra de Laso, pareciera estar inspirada
en las épocas revolucionarias de ese momento (Revolución de Ramón Castilla), su
obra articula el pasado y el presente con una proyección hacia el futuro. P56
Además Buntinx señala lo
siguiente:
“Tal vez deberíamos percibir en Laso otra instancia
de aquel postulado de Benjamin que hace del arte una especie de historiografía
inconsciente. En dos sentidos. Como síntoma cifrado de lo esencial pero
reprimido de una cultura que sólo el tiempo devela. Y como refugio utópico en
el que se postula un ideal de belleza y armonía que difiere del socialmente
establecido.” P57
Buntinx señala que esta obra
habla de allos (otro), agoreúein (decir, declarar), es decir una especie de
declaración del otro y también nos habla del concepto sumballein, que significa
juntar o reunir, pero que la obra de Laso va más allá y prefiere ligarla a la
idea de alegoría, bajo la cual se encuentra el concepto de convivencia de lo
disímil en complementariedad. P57
Fortuna
crítica (p.58)
Francisco Laso destacó en el
Combate del 2 de Mayo, posteriormente fue síndico de la Municipalidad de Lima y
después fue elegido para el Congreso Constituyente de 1867; también hizo
periodismo político. En política, se le vincula al civilismo de Pardo e incluso
fue tildado de “rojismo”. Por tanto podemos concluir que Laso fue un personaje
notorio y bien considerado.
A pesar de ello, su pintura no
es atendida, salvo su Santa Rosa, y aunque se trataba de un famoso personaje,
el éxito de este cuadro fue póstumo. Buntinx señala que la Santa Rosa estaría
ligada más a lo criollo, en cambio sus pinturas que hablan de lo indígena (en
clave de reclamo político), son ignoradas.
Algo muy importante es que, si
se llega a hacer algún comentario sobre una obra, se borra toda significación
perturbadora. Tal es el caso del cuadro Las
Tres Razas, del que se dice que es un cuadro de costumbres. P60
En ese comentario hay dos
problemas: 1) la obra es ubicada en un género que asimila al otro bajo el
concepto del tipismo. 2) no se reconoce la presencia indígena, ya que se señala
que en el cuadro se representa a una mulata en vez de una indígena.
También se dijo del cuadro que
era “un boceto humorístico” p.61 José Antonio de Lavalle
Del mismo modo, se neutraliza
el mensaje social y político de El
Habitante De Las Cordilleras al transformarlo en El Indio Alfarero. Un cronista anónimo sólo se remite a las
críticas parisinas; mientras que otro comentarista, Manuel Nicolás Corpancho,
toma de la crítica parisina pero le da un viraje personal. Él entiende la
exposición de las dos obras (El Habitante y Pizarro), como una declaración
sobre las razas y civilizaciones en donde, según el autor, es muy claro quién
es superior. P.64
El sentido general era el de
reducir a El Habitante de las Cordilleras
a condición de ollero, una figura costumbrista para explicar al europeo de
manera práctica, cómo es un americano. P65
Federico Torrico entiende la
obra de otra manera, a propósito de la Exposición industrial de 1869, llama a
Laso el Jefe de la escuela nacional. También señala que “esa raza encubre con
su inmovilidad aparente, grandes instintos que algún día le harán reconquistar
una personalidad que no ha desaparecido.” Y señala que la obra de Laso,
simboliza al indio del porvenir. También habla de la nobleza y belleza del
personaje, rasgos que Laso espera que tenga el peruano del futuro. También señala
la dificultad de ubicar al personaje en un contexto
La
imagen del indio (p. 68)
Existió una ceguera para poder
ver toda la relevancia de la obra de Laso en su momento e incluso hasta el
siglo XX.
Buntinx nota que para los
coetáneos de la obra, no está en duda la identidad indígena del personaje. Basándose
en Kristal, el autor señala que:
“El realismo de una obra está siempre en relación a
su conformidad con las normas sociales que en cada momento definen la
percepción de lo real para el público que la pieza convoca.” P.69
Algo interesante que anota
Buntinx es el trastrocamiento profundo que implica que fotografíe a sus modelos;
pero no se trata de indígenas sino que son sus amigos y el mismo pintor, es
decir personas blancas o mestizas. También señala el autor, que Laso estaría
tratando de integrar en un todo al indio y al criollo. P.71
“Queda subvertido el “efecto de realismo” y el
consenso ideológico que lleva implícito.” P71
Por otro lado, se señala que las
pascanas sí harían evidentes los rasgos indígenas de los personajes.
CODA (p.72)
En el artículo La Paleta y los colores, Francisco Laso
señala que se debería instruir a indios y zambos, de esta manera se volverían
blancos. El pintor creía que la mezcla de razas era beneficiosa y sólo haría
falta adecuada educación y aunque esa frase evidenciaría cierta ambivalencia, Laso
integra al indio a su concepto de una nación nueva. A propósito Buntinx dice:
“Allí donde algunos criollos construyen la imagen
del indio como la de un otro absoluto,
Laso procura integrarla a un cuerpo recompuesto. El cuerpo simbólico de la
nación, ciertamente, pero también el cuerpo carnal y propio, el cuerpo deseante.” P73
“¿Reconciliación de los
contrarios o afirmación de la diferencia?” señala un poco más adelante Buntinx
p73
En esta página, Buntinx señala
que se adentrará en el terreno de la especulación, para hacer referencia a
posibles matices psicoanalíticos en la obra de Laso.
Algo interesante que plantea Buntinx,
en alusión a un comentario de Torrico, quien señala que si Laso hubiese contado
con paredes extensas hubiese pintado obras monumentales. Sobre este punto,
Buntinx señala que, así como no tuvo un soporte pictórico tampoco tuvo un
soporte social. P74
[Firmado : Lima 1991 – Buenos
Aires 1993]
Resumen realizado por Támira Bassallo para el curso historiografía del arte, de la maestría de historia del arte y curaduría de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
[1] La
historia es más o menos así: una joven indígena es violada por un militar, ella
queda embarazada y nace una niña. Cuando la pequeña tenía 5 años, es raptada
por militares para ser llevada a una casa citadina como servidumbre, en el
camino, la niña se pierde y es encontrada por un científico francés quien la
adopta. Muchos años después, un joven (hijo del militar violador), viaja a
París, allí conoce a una bella joven, quien era misteriosa y casualmente, tenía
un leve parecido a su hermana. Se casan y deciden viajar a Perú, donde la joven
es llevada a la Sierra por motivos de salud. Allí se encuentra con su madre y se
descubre el verdadero vínculo entre los jóvenes esposos; el militar de suicida,
la joven muere y el esposo toma los votos sacerdotales.
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