HAROLD
ROSENBERG: EL OBJETO ANSIOSO
Información Biográfica
Abraham Benjamin Rosenberg, nació en Brooklyn, Nueva York, el 2 de
febrero de 1906, y murió también en Nueva York el 11 de julio de 1978. Estudio
en el City College (1923 – 1924) antes de estudiar en St. Lawrence University
(Canton, Nueva York), donde se graduó como abogado en 1927. Poco después
contrajo osteomielitis, una enfermedad a los huesos que lo obligó a usar un
bastón por el resto de su vida pero que también le permitió eludir enrolarse en
el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial (Wolf 2016).
Fue crítico de arte, escritor y profesor. Su primer libro fue una
colección de poemas, llamado Trance por encima de las calles (Nueva
York, 1942). A fines de la década de 1940 comenzó a escribir sobre arte para
publicaciones como Partisan Review y, a comienzos de la década de 1950, para
ARTnews (Carpenter 2015).
Principales ideas
Rosenberg fue uno de los críticos de arte más influyentes en su tiempo y
fue uno de los promotores del denominado “Expresionismo Abstracto” durante la
década de 1950.
Se refería a los pintores de esta corriente como “pintores de acción”,
haciendo énfasis en la confrontación personal del artista con el lienzo, dando
mayor importancia al proceso creativo que al resultado de éste. Rosenberg acuñó
el término “action painting” haciendo referencia a la Escuela de Nueva York en
su artículo de 1952 The American Action Painters. En dicho artículo Rosenberg
señalaba (Rosenberg 1959):
En un
momento dado la tela empezó a parecer a un pintor norteamericano tras otro, una
arena en la que obrar más que un espacio en qué reproducir, reinventar,
analizar o “expresar” un objeto real o imaginado. La tela sería para un acontecimiento
no para un cuadro.
El pintor
ya no se acercaba a su caballete con una idea en mente, iba con material en la
mano para hacerle algo a ese otro material que tenía delante. La imagen sería
el resultado de este encuentro.
Rosenberg sostenía que los pintores de acción trabajaban sin tener en
cuenta los criterios convencionales de belleza; el resultado de su trabajo era
una auténtica expresión de individualidad y de humanidad (Wolf 2016).
Vio en el Expresionismo Abstracto una de las rupturas más importantes
dentro de la historia del arte moderno. En lugar de esforzarse por producir una
reproducción perfecta de la imagen, los nuevos pintores americanos enfocaron
todas sus energías en el momento de la creación, el resultado que quedaba
reflejado en el lienzo era simplemente un registro de ese momento.
Rosenberg se refería al proceso creativo como un “evento” durante el
cual el artista dejaba un rastro de su vida sobre la obra de arte.
Principales Obras
·
The Tradition of the New (Nueva York, 1959)
·
Arshile Gorky: The Man, the Time, the Idea
(Nueva York, 1962)
·
The Anxious Object: Art Today and its Audience
(Nueva York, 1964)
·
Artworks and Packages (Nueva York, 1969)
·
Act and the Actor: Making the Self (Nueva York,
1970)
·
The De-definition of Art (Nueva York, 1972)
·
Discovering the Present: Three Decades in Art, Culture and Politics
(Chicago, 1973)
·
Art on the Edge: Creators and Situations
(Nueva York, 1975)
·
Art and Other Serious Matters (Chicago, 1985)
·
The Case of the Baffled Radical (Chicago, 1985)
El Objeto Ansioso
Este libro fue publicado en Nueva York en 1964 bajo el nombre en inglés
The Anxious Object: Art Today and its Audience.
Se trata en realidad de un conjunto de ensayos, precedido por un
prólogo cuyo título puede ser traducido como “Hacia una profesión no ansiosa” o “Hacia una
profesión sin ansiedad” (“Toward an Unanxious Profession"). Luego, los
ensayos, que en realidad corresponden a artículos publicados en revistas, han
quedado divididos en cuatro partes bajo los siguientes títulos:
Parte uno: Pasado y posibilidad
Parte dos: El objeto del Arte
Parte tres: Artistas
Parte cuatro: La audiencia
Parte cinco: Tiempo y valores
Parte seis: La corriente continua
Hacia una profesión sin ansiedad
En esta
sección Rosenberg sostiene que una nueva forma de ansiedad había aparecido en la
comunidad artística. Ya no era la ansiedad vinculada a la alienación – a ese
estado psicológico de ansiedad que a menudo caracteriza a los outsiders, que tienen que luchar frente
la soledad, en una sociedad y una cultura que no aprecia su contribución a la
experiencia humana. Rosenberg señala que
esa ansiedad – que habría estado presente en las décadas previas - quedó
superada por el “profesionalismo” que se impuso en los artistas americanos de
la década de 1960, así como por la aparente aceptación del arte como una parte
normal de la vida cotidiana de muchas personas.
Así, en la
década de 1960, el arte había dejado de ser una actividad de rebeldía o
desesperación en los límites de la sociedad, habiendo pasado a ser una
actividad normal y profesional dentro de la sociedad. Las vanguardias habían
sido aceptadas por la masa y sus ideales de innovación, experimentación y
disentimiento, fueron institucionalizados y convirtiéndose en el arte
“oficial”.
Sin embargo, en
la década de 1960 habría aparecido una nueva ansiedad, una ansiedad filosófica,
que derivaba de la velocidad (“lightning
speed”) con la que el arte era apropiado por los medios de comunicación comerciales
y populares. En ese contexto, la ansiedad del arte no surgía como un reflejo de
la condición del artista sino como un reflejo del papel del arte dentro de
otras actividades humanas (Rosenberg 1966: 19-20)[1].
Así, ante la
falta de una identidad clara, el objeto de arte se convierte en "un objeto
ansioso" cuya naturaleza, como arte, depende de ser reconocido como tal
por la comunidad intelectual (crítica) contemporánea.
La
preocupación de Rosenberg se centra en el carácter problemático del arte, alejándose
de la crítica del arte que se ocupa simplemente del producto final y de sus
cualidades formales. Para él, muchos artistas y críticos están demasiado
preocupados por problemas de tipo técnico o de las implicancias económicas de
la obra, por lo que dejan de lado problemas sustanciales que van más allá de la
obra y que son los que pueden llevar y guiar hacia la innovación y creatividad.
Por ello,
Rosenberg prefiere enfocarse en una comprensión más profunda de la problemática
del producto y de los procesos de pensamiento que llevan a su formulación
(Rosenberg 1966: 21)[2].
Rosenberg señala que en
los ensayos que conforman el libro presenta algunas obras que conforman una red
de problemas, así como a artistas que están comprometidos en una dramática
lucha contra estos problemas (ejemplos: Arshile Gorky se ocupa del problema de
la identidad, Barnett Newmann se ocupa del problema del absoluto). Este enfoque obedece a que Rosenberg reconoce
que el producto más significativo del arte no es la obra de arte en sí misma,
sino la calidad o cualidad del proceso mental del artista que aflora al momento
de enfrentarse con problemas sustanciales. Es esa calidad o cualidad del
artista la que proporciona a su obra un peso intelectual (“intellectual gravity”), sin reducir al arte en términos de
investigación formal.
El artista no resuelve los
problemas como lo hace un filósofo o un psicólogo, lo hace a través de los
materiales y la técnica, permitiendo a la audiencia que viva este proceso a
través de su proximidad a la obra.
Una de las cualidades del
pensamiento del artista que daría relevancia a la obra, es la capacidad de
asombrar o maravillar al espectador, quien a través de experimentarlo al
encontrarse ante una obra de arte, está en capacidad de apreciar la
problemática que se planteó el artista en un inicio y que éste enfrentó a
través de esta obra en particular (Buchanan 2007). Por lo demás, Rosenberg
señala que el carácter único de una obra es un tema temporal, ya que, al final
del día, la cualidad o calidad formal de una obra que puede ser considerada
excelente, puede ser también copiada por otros.
Parte uno: Pasado
y posibilidad
Pasado
y posibilidad
Rosenberg señala que se ha
tomado conciencia de que es la historia del arte la que determina el arte de
nuestro tiempo, es la clave para definir qué es lo que se expone en las
galerías de todo el mundo. Interviene para definir, no solo el status objetivo
de los nuevos trabajos, las condiciones bajo las cuales son valorados y
adquiridos, sino también los impulsos que intervienen en su creación, su
significado estético, e incluso su propia existencia como obra de arte.
Así, como antiguamente la
tradición era un elemento ineludible que determinaba qué se pintaba o cómo se
pintaba, la conciencia de la historia es en la pintura y escultura moderna tan
palpable como su forma o motivo.
Para apreciar una obra de
arte se requiere no sólo tener referencias sobre lo que se representa, es
necesario también tener nociones sobre las reflexiones que hace la obra
respecto a otras obras previas. La densidad o profundidad del significado de
las obras modernas están siempre vinculadas, en cierto grado y efecto, con la relación
del artista con la historia del arte, e incluso con ideas acerca de ésta.
El arte adquiere valor a
través de la creación de los criterios de valorización bajo los cuales es
evaluado. Esto lleva a una toma de conciencia histórica del arte; es el devenir
histórico el que finalmente determinará cuáles son los criterios o estándares
de valoración para decir que una obra es exitosa, no en términos monetarios
sino en términos de supervivencia.
La naturaleza dependiente
y cambiante de los valores/criterios de valoración del arte, se encuentra en la
mente de los coleccionistas al momento de comprar obras. La correcta evaluación
supone que adquieran una obra que tendrá relevancia en la historia del arte o,
por el contrario, que adquieran un objeto sin ninguna relevancia (más allá del
gusto personal por éste).
Sin embargo, la historia
está abierta a cualquier cosa y los criterios para valorar una obra determinada
únicamente quedan validados por el consenso del presente. Dicho conceso, por lo
demás, no es cierto ni definitivo. En ese sentido, la actividad del
coleccionista exitoso –es decir, el que colecciona obras que sobreviven al
tiempo- es una carrera con alusiones metafísicas, como un medio para la
inmortalidad, o cuando menos como la garantía de que permanecerá por un tiempo
prolongado en la mente del público.
Ahora, todo aquel
vinculado al arte tiene algún interés. Por lo que al final del día nos
encontramos, no con un problema moral, sino con un problema de poder. Es una
cuestión de poder el hecho de definir el arte de acuerdo con determinados
valores. Ahora, el constante cambio de poder da una nueva importancia a la
crítica de arte y a los funcionarios de instituciones vinculadas al arte, en
particular de aquellos involucrados en predecir lo que será arte.
Frente a esto, el artista
ha reemplazado la tradición por la conciencia histórica, lo que lo lleva a un
continuo proceso de elección de posibilidades. La decisión de seguir una
hipótesis estética u otra, al final termina siendo una decisión de vida o
muerte.
Action Painting: Crisis y distorsión
Rosenberg señala que los
“pintores de acción” o el Expresionismo Abstracto no tenía por finalidad
resolver un problema. Por el contrario, estaban convencidos que la peor cosa
acerca de la continua crisis del arte y la sociedad era pretender plantear una propuesta
para resolverla.
Estos artistas que estaban
a la búsqueda de una identidad, enfrentaron la crisis directamente sin una
meditación ideológica previa. La pintura se convirtió en un medio para
confrontar, en la práctica diaria, la naturaleza problemática de la individualidad
moderna.
De acuerdo con Rosenberg,
el Expresionismo Abstracto nunca dudó acerca del radicalismo de sus intenciones
y sustancia. Fue una ruptura. La primera
de ellas, una ruptura entre el artista y la clase media, y el consiguiente
rechazo a los llamados peyorativamente “comercialismo” y “carrerismo”
(refiriéndose a la cultura comercial de consumo). En general, se trataba de un
rechazo a los valores convencionales y, por cierto, de una demanda a echar por
tierra los valores existentes en el arte. Además fue una ruptura con las
tradiciones regionales y nacionales.
Se deshicieron de muchas
cosas (“doing away with”). Eliminaron
totalmente la idea de un tema identificable, luego del dibujo, la composición,
el color y la textura. Más tarde de la superficie plana. Fueron suprimiendo
elemento tras elemento. Cada paso en este proceso de desmantelamiento amplió el
área en la cual el artista podía poner en movimiento su proceso
crítico-creativo, el activo humano irreductible se encontraba así en una
situación donde toda superestructura es inestable. De esta manera pasa a
referirse al lienzo como una arena en la cual el artista actúa. Finalmente, el
lienzo también sería puesto de lado para la producción de “happenings”. Así, el
contenido del arte se convirtió en algo más importante de lo que había sido
antes.
Frente al reconocimiento
del Expresionismo Abstracto como un movimiento de ruptura, Rosenberg criticó a
aquellos que tenían como intención “normalizar” el arte de vanguardia, como era
el caso de los coleccionistas, dealers,
educadores, directores de programas culturales gubernamentales, historiadores,
funcionarios de museos, críticos, artistas y, en general, al mundo del arte. La
raíz de esta distorsión la encuentra Rosenberg en el concepto académico de arte
como arte, conforme al cual no importa la situación o estado del artista, lo
único importante es la pintura, y, a su vez, la pintura sólo debe ser tomada en
cuenta en tanto línea, color y forma. En
ese contexto critica a Clement Greenberg, quien consideraba que la única forma de
evaluar una obra de arte - juzgar su calidad y evaluar su contribución al arte
moderno – debía ser a partir de analizarla únicamente respecto a sus aspectos
formales. Frente a la posición de Greenberg, en este ensayo Rosenberg considera
el enfoque de su rival como uno puramente académico y formal que ignora la
importancia de la ruptura histórica que supuso el Expresionismo Abstracto. Además
también critica el papel cada vez mayor que desarrollo Greenberg en la década
de 1960 como asesor de importantes galerías de arte.
Negro
y Pistacho
Existía una aversión por
parte de los Expresionistas Abstractos a nombrar sus cuadros en función a los colores
que se utilizaban en él. Este rechazo quedó reflejado en este ensayo cuyo
nombre alude a una tienda de helados. En él Rosenberg analiza dos exposiciones
que se dieron en 1963 en Nueva York (en el Museo de Arte Moderno – “Americans
1963”- y en el Museo Judío – “Toward a New Abstraction”) y concluye que incluso
el Expresionismo Abstracto puede resultar frívolo cuando se le asigna un nombre
frívolo, como los colores que usan. Esto quita trascendencia (le quita su
libertad y angustia) a la pintura, la banaliza.
Parte dos: El objeto del Arte
El juego de
la ilusión: Pop y Gag[3]
La
transformación de las cosas a través de desplazarlas hacia el arte y siendo a su
vez éstas acogidas por el arte en un entorno artístico, es una forma de
ilusionismo propia del siglo XX. Existe una fascinación en el juego de
sustituir la imagen de una cosa por la cosa misma y viceversa.
En ese
contexto, el término más generalizado en el arte moderno es el de “Nuevas
Realidades”. Dicho término sin embargo, significa cosas tan diferentes para
cada uno que, al final del día, es un término que no tiene ningún significado.
Sin embargo, afirma Rosenberg, que es un término que pone en evidencia la
creencia de que una obra de arte debe ser algo que se agrega al mundo de las
cosas antes que una reflexión acerca de cosas que ya existen. En resumen,
mientras que la obra de arte de este tiempo no es ilusoria en tanto representa
algo, es de tal naturaleza que da origen a una nueva forma de mistificación a
través de llevar al espectador a una espacio inventado pero que no es distinto
al de su vida diaria.
Dentro de este
contexto Rosenberg identifica al Arte Pop (americano) o al Nuevo Realismo
(europeo), al cual critica por superficial y monótono. Se trataría de un arte
puramente cerebral y mecánico, en el cual la mano del artista no participa en
la evolución de la obra siendo el mero ejecutor de una idea que puede provenir
del artista o de alguien más. El ser del artista –su individualidad- no está
involucrado en el proceso creativo.
Sin embargo,
Rosenberg reconoce que el Arte Pop ha supuesto un aporte a la crítica del arte,
en la medida que ha puesto en evidencia, de la forma más dramática, que
cualquier imagen, incluso una botella de Coca Cola, puede ser un objeto de arte
igualmente válido. Sin embargo, éste objeto no necesariamente supone el
resultado de un proceso creativo en el que el artística ha estado involucrado.
El estilo y
la escena americana
De acuerdo con Rosenberg,
referirse a “realismo” en la escena artística americana es difícil ya que hay
realismos de distintas formas, los cuales surgen de la forma de ver de cada
individuo. Dado que la realidad, o el sentido de ésta, depende de un estilo
unificado, compartido tanto por los artistas como por la comunidad, una
tradición continua convierte a cualquier estilo en realista, por su efecto en
una sola forma de sentir y mirar, la cual da forma humana al entorno.
Sin embargo, en Estados
Unidos el grado de realismo de cualquier obra de arte es una cuestión de juicio
individual. La realidad de uno puede ser la fantasía de otro. La realidad de cada artista falla porque la realidad
de un artista frente a la de otro no tienen estéticamente nada en común.
Al no ser posible aceptar
un único estilo como realista, este termino significa que cada artista sólo
puede confiar en la claridad de su mente y su mirada, así como en la probidad
de su carácter.
En consecuencia, en
Estados Unidos los artistas llevan el estilo en su cabeza como una técnica o
como una manera de pintar que aplican a cualquier cosa que puede ser entendido
como un buen tema que puede resultar de interés para la audiencia. Para el
artista, la relación entre forma y objeto es fortuita. Cualquier estilo es
correcto.
En el caso del arte
abstracto y, particularmente en el Expresionismo Abstracto, éste no se ha abstraído
del entorno, no ha suprimido la escena. Por ejemplo, Jackson Pollock, tomó el
lienzo vacío como una metáfora del paisaje, el cual puede ser apropiado por el
arte a través de la presencia ilimitada del artista.
Pollock pintaba como si
penetrara el paisaje y trabajara dentro de él, luego echo el lienzo en el piso
y camino dentro de él convirtiéndolo literalmente en el paisaje. Con los artistas
del Expresionismo Abstracto (como: Willem de Kooning, Hans Hofmann, Franz Kline,
Philip Guston, Esteban Vicente, Elaine de Kooning, Grace Hartigan, Jack Tworkov
y Joan Mitchell) el paisaje existe dentro de la mente y sensibilidad del
artista, habiendo sido desenterrado por el acto de pinar, el cual continúa
independiente de la escena. Estos artistas no estudian una visión particular,
sin embargo, han mirado mucho como artistas y son conscientes del paisaje –el
cual va y viene- durante el proceso de pintar.
La obra de
arte y la estética de la impermanencia
Rosenberg sostiene que las
diversas tendencias en el arte moderno (como el uso de materiales perecederos y
el acto creativo que existe en la acción de los pintores) evidencian la
tematización de la temporalidad, tanto del objeto de arte como de la recepción
del espectador. El carácter efímero de la obra de arte, muestra al arte como un
evento.
Esta caracterización del
objeto de arte como evento representa un carácter evanescente que reúne tanto
al artista como al espectador. No sólo posee un espacio, la existencia
material, sino en la medida en que está "vivo", el objeto de arte es
un "centro temporal de energía que da lugar a eventos psíquicos."
La absoluta novedad de la
obra de arte se enfrenta al espectador directamente e inmediatamente, sin
necesidad de recurrir a un sistema externo de referencia que podría mediatizar la
experiencia.
En este caso, quien
realiza el evento artístico, no es el artista, sino el propio objeto; por
consiguiente, podemos ver que el "evento-producción” no es una visión
antropocéntrica que busca reafirmar la humanidad del espectador, es algo distinto.
Para Rosenberg, la centralidad del objeto como "emoción estética” parece
amenazar e incluso desplazar al artista, particularmente en el caso de los
pintores de acción. Estos serían "los primeros espectadores" de la
obra que invitan a la audiencia a "repetir con él la experiencia de ver cómo
la obra toma forma".
El performance sería cada
vez menos la presentación de un objeto por un productor a un consumidor, sino
un proceso de testimonio recíproco. Así, al referirse al "happening y al performance”,
Rosenberg afirma que esta preeminencia del evento como arte culminará finalmente
con el abandono de la existencia física de la obra de arte, hacia literalmente
la composición de un evento.
Parte tres: Artistas
En esta
sección, Rosenberg agrupa ensayos que se ocupan de determinados artistas que
pertenecen al Expresionismo Abstracto. Los cuales pasamos a detallar
- Arshile Gorky: Arte e identidad. Para Rosenberg el trabajo de Gorky podía ser interpretado como una lucha para establecer su identidad a través del arte. Veía en sus pinturas un registro autobiográfico del artista. En particular en obras como “el artista y su madre” (Imagen 1).
- Rosenberg dedica dos ensayos a Willem de Kooning: De Kooning: “la pintura es una vía” y “De Kooning: en los límites del acto”. Willem de Kooning es reconocido por Rosenberg como el 'modelo' de artista para su concepto de la action painting. De acuerdo con Rosenberg, en su famosa serie “Mujeres”, de Kooning llevó su pintura como acción al borde de una magia ritual, la magia moderna de la manipulación de los materiales del arte para traer verdaderos seres humanos (Imagen 2)
- Rosenberg también dedica dos ensayos a Hans Hofmann: “Hans Hofmann: la clase de la vida” y “Hans Hofmann: Naturaleza en acción”. Rosenbers decía respecto a Hofmann que no había ningún artista americano que pudiera montar como él un show de mayor coherencia y variedad. Su originalidad no tenía límites (Imagen 3).
- El laberinto de Saul Steinberg. Rosenberg se refiere a Saul Steinberg como el lógico de los estereotipos y de situaciones sociales repetitivas, quien trae a la vida dramas de entidades abstractas, disfrazadas bajo la apariencia de personas, animales o paisajes. Sus fórmulas, fundamentalmente cómicas por su mágica brevedad, tienen profundas referencias contemporáneas (Imagen 4).
- Barnett Newman: el rectángulo viviente. Rosenberg señala que los rectángulos de Newman son formas reales y vivas, por lo que no pueden ser producidas por cálculos externos, es el artista quien debe entrar dentro de ellos como espacios indeterminados que, a su vez, él trae a cierta dimensión durante la experiencia de pintarlos, como si uno sostuviera o cortara un intervalo de respiración (Imagen 5).
- Jasper Johns: “cosas que la mente ya conoce”. Rosenberg señala que la visión de dificultad y lucha anunciada por la pintura de acción encuentra su antítesis en la obra de Johns, quien utiliza las técnicas de pintura que tiene a la mano, como si utilizara signos universalmente disponibles. Sus motivos son simples, sin embargo, los símbolos de Johns parecen convertirse en metáforas del estado subjetivo del artista (Imagen 6).
Parte cuatro: La audiencia
En esta
sección Rosenberg se ocupa de temas muy diversos; sin embargo, todos ellos
vinculados con el público o audiencia del arte moderno, respecto a quienes se
refiere con desconfianza.
El show del
arsenal: la revolución recreada
En este ensayo
Rosenberg hace referencia a una exposición que, a su vez, intentaba recrear una
exposición ocurrida 50 años antes. En 1913 se realizó la Exhibición de Arte
Moderno (en el edificio del Regimiento de Artillería Nº 69, en la Avenida
Lexington, Nueva York). En esta exposición, además de artistas americanos, se
expusieron obras de arte moderno europeo, lo cual puso en evidencia que arte
americano se encontraba muy lejos de las nuevas formas que se habían
desarrollado en Europa. Fue el gran evento de la historia de arte americana, al
punto que hubo un antes y un después de esta exposición. La relevancia fue fundamental
en la educación del arte y en la creación de artistas antes que en la historia
del arte americano.
Sin embargo,
50 años después, la exposición llamada The
Armory Show – 50th Anniversary Exhibition en realidad supuso una representación
de adulación al arte moderno. Rosenberg señala que la audiencia de la
vanguardia es ahora el mayor problema del arte.
Libros de
arte, libro arte y arte
Rosenberg
reconoce que el público o audiencia de las obras de arte, es aun muy pequeño y
elitista. Sin embargo, la potencial audiencia del arte, o cuando menos de la
idea de arte, incluye a toda la humanidad.
Frente a esta
posibilidad, el libro de arte aparece como una posibilidad de difusión. Sin
embargo, el arte en un libro de arte es una colección sustituta de imágenes que
es claramente menos satisfactoria que la apreciación directa de una obra de
arte.
El libro de
arte es un fenómeno moderno que ha convertido el arte en un aspecto de la
cultura intelectual que está abierto a todos, a diferencia de lo que ocurría
antes, que el arte estaba reservado para una elite.
Esto ha
supuesto una variación en la relación entre la sociedad y el arte y también en
el arte propiamente dicho. Esta nueva realidad del arte como documento, supone
que frente a éste no se puedan aplicar los estándares de contemplación utilizados
por esta elite. Sin embargo, Rosenberg señala que no hay evidencia de que la
mayor difusión del arte haya supuesto que el arte ahora tenga una mayor
presencia en la vida contemporánea.
Arte internacional
y el nuevo globalismo
En su ensayo
'La caída de París" (1940) Rosenberg sostuvo que, con la llegada de la
Segunda Guerra Mundial, el papel de París como el "laboratorio del siglo
XX" había terminado, y que el liderazgo cultura en lo que a trabajo
artístico se refiere, había pasado a Nueva York. Sin embargo, en este ensayo señala
que el internacionalismo propio de inicios del siglo XX estuvo muerto durante
30 años -desde el final de los movimientos artísticos en París y la caída de
esta ciudad como consecuencia de la depresión económica, la guerra y la
ocupación.
Este
internacionalismo habría sido reemplazado por un arte global, cuya esencia es
precisamente la ausencia de cualidades que pueda referirse a algún centro
geográfico en particular. Según Rosenberg, en la actual globalización, no hay espacio
para un "nuevo París".
La política
del arte
Para
Rosenberg, la utilidad política del arte ha sido puesta en duda desde finales
de los años 30, cuando los artistas se alejaron del esfuerzo de “educar a las
masas” y de construir fronteras contra el fascismo y la guerra. Según
Rosenberg, el interés político de los artistas americanos toma la forma de
obras con ocasionales referencias sociales. En el caso del Expresionismo
Abstracto, el motivo social ha estado siempre presente pero de manera negativa,
por su ausencia.
Parte cinco: Tiempo y valores
El valor de
lo nuevo
Según
Rosenberg, en el arte moderno, la consagración de un artista no se da como
consecuencia de la evaluación o discusión crítica de un nuevo estilo, sino al
revés. Primero el artista gana atención
pública y luego se da la discusión o evaluación de la obra como arte.
Según
Rosenberg, la velocidad con la cual se hace historia ha alcanzado un punto en
donde el intervalo de la evaluación crítica parece superficial. Lo importante
del arte es que sea nuevo, de vanguardia, no que sea bueno. Parecería que la
valoración se deja al futuro.
Ante la
pregunta de si una obra es arte, la repuesta parece ser ambigua. Sí, puede ser
arte, en la medida que ampliar los límites del arte es inherente al proceso
creativo. Pero no necesariamente es arte, ya que nada en él asegura su validez
artística.
De acuerdo con
Rosenberg, el Arte Pop, al que llama Gagart, será arte en la medida que es un
gag. Pero ya no necesita ser evaluado por la historia en la medida que se le ha
dado tal calificación.
Dejar el tema
de la valoración para que finalmente sea decidido por la historia, pudiera
parecer adecuado en una situación en la que la novedad se ha convertido en el
principio rector. Pero si la historia puede convertir en arte lo que hoy no es
arte, qué impide que le quite tal categoría a lo que hoy consideramos arte.
Por lo tanto,
la critica tiene que analizar las obras y no puede dejar que el futuro lo haga.
Rosenberg señala que el problema es que los criterios de valoración que se han utilizado
han dejado de ser relevantes. El análisis formal de una obra ya no es la piedra
filosofal del arte, los criterios de línea, color, y la relación espacial, ya
no son suficientes. Por ello, la inaplicabilidad del criterio formal ha dejado
sin respuesta la pregunta de si una obra es o no arte.
Sin embargo,
la novedad no puede ser un valor suficiente para calificar una obra como arte,
por la simple razón que la novedad es una cualidad temporal que sólo puede ser
atribuida en el presente. Cuánto dura, depende del espectador. Rosenberg señala
que la valoración del arte debería estar dada por los efectos que produce el
trabajo del artista.
De los
movimientos artísticos
El concepto de
un movimiento artístico está relacionado con actitudes compartidas por los
artistas, quienes mantienen contacto entre ellos de manera más o menos
organizada, y que utilizan elementos técnicos vinculados con esas actitudes
comunes. Esto mezclado con la herencia estilística de una ciudad o región.
Para
Rosenberg, ese concepto de movimiento artístico ya no es posible aplicarlo. La
llamada Escuela de Nueva York comprende artistas que representan multiplicidad
de movimientos y que podría decirse que sólo tendrían en común el hecho de
vivir en Nueva York.
De acuerdo con
Rosenberg, es el movimiento artístico el que hace posible la continuidad de un
estilo, lo que estimula el intercambio de ideas y percepciones entre los artistas,
y que da un punto de partida a la invención individual. Sin embargo, lo que se
ha visto es una reacción contra cualquier manifestación colectiva, promocionada
por el individualismo, el cual se ha convertido en el credo de la postguerra.
Una condición
indispensable para apreciar el arte de este tiempo es distinguir cuando un
movimiento ha alcanzado su fin y cuando dicho movimiento está aun con vida como
una fuerza impredecible entre los artistas. Un movimiento termina siendo
identificado como la suma total de sus procesos y de los efectos obtenidos a
través de estos. Sin embargo, cuando un movimiento aun está en actividad, las
formas de ver y de manejar los materiales, están relacionados con formas de
pensamiento, sentimiento y formas de asociación, todo lo cual forma una forma de
vida. Más allá de eso, el estudio del contenido ideológico de un movimiento hoy
parece poco significativo.
La
estabilidad de lo nuevo
En este ensayo
Rosenberg critica la forma en la cual el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) presentó una exposición de 40
pinturas de Hans Hofmann, sin llega a entender la trascendencia de su obra.
Rosenberg
señala que algunos pueden criticar la obra de Hofmann si se la evalúa bajo la
estética del arte abstracto; sin embargo, nadie puede negar su convicción de
que el arte es, en esencia, creación. Cualquier cosa puede ser una obra de
arte, pero la forma en la cual ésta es producida es lo que finalmente determina
su valor. Rosenberg veía al arte como una forma de actividad en la cual el
propio actor es transformado.
Parte seis: La
corriente continua
Móvil,
teatral, activa
Rosenberg se
pregunta por qué los pintores de acción, para los cuales la actividad física de
pintar era tan importante, se quedaron en la pintura en lugar de avanzar hacia
otras formas de comunicación. A lo cual responde que, para la mayoría de los
artistas es posible alcanzar una acción más completa con un lápiz o pincel
antes que con un panel de instrumentos. Además, también sospechan de los medios
cuyo efecto sobre los sentidos es tan potente como para reducir al espectador a
la pasividad, como ocurre en las películas. Otra razón para negarse al "performance"
y abandonar la pintura es que, en la acción, límites como el rectángulo del
lienzo, sirven como una fuerza contraria. Para evitar la flacidez, los géneros
nuevos o la mezcla de géneros, se ve obligada a desarrollar restricciones
sustitutas, ya sea en normas arbitrarias de trabajo o en un código interno de
rechazos.
___
IMAGENES
Imagen 1
Arshile Gorky (1904-1948)
El artista y su madre (1926-1929)
Óleo sobre lienzo
60 x 50 cm
Art History Survey Collection
Fuente: Artstor
Imagen 2
Willem de Kooning (1904-1997)
Mujer (1944)
Oleo y carboncillo sobre lienzo
116.8 x 81.3
The Metropolitan Museum of Art,
Nueva York.
Fuente: Artstor
Imagen 3
Hans Hofmann (1880- 1966)
Suelo fermentado (1965)
Oleo sobre lienzo
121.8 x 152.4
Smithsonian American Art Museum, Washington DC.
Fuente: Artstor
Imagen 4
Saul Steinberg (1914-1999)
El museo (1972)
Litografía a color
52.7 x 72.4
Fine Arts Museum of San Francisco, San Francisco.
Fuente: Artstor
Imagen 5
Barnett Newman (1905-1970)
Vir Heroicus Sublimis (1950-1951)
Oleo sobre lienzo
242.2 x 541.7
The Museum of Modern Art, Nueva York.
Fuente: Artstor
Imagen 6
Jasper
Johns (1930)
Bandera
sobre un campo naranja (1957)
Óleo sobre lienzo
167 x 124
Museum Ludwig, Colonia.
Fuente: Artstor
BIBLIOGRAFÍA
ASBURY BROOKS, Blair
2014 What Did Harold Rosenberg Do? An
Introduction to the Champion of "Action Painting”. Artspace, julio
2014. Fecha de consulta: 22 de octubre de 2016. URL: http://www.artspace.com/magazine/art_101/know-your-critics/what-did-harold-rosenberg-do-52448
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2007 Anxiety, Wonder and Astonishment:
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2007), pp. 39-45. Fecha de consulta: 22 de octubre de 2016. URL:
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2015 Rosenberg, Harold. Oxford Art Online. Consulta:
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MURRAY, Chris (ed.)
2010 Pensadores clave sobre el arte: el siglo XX.
Madrid: Ensayos Arte Cátedra.
ROSENBERG, Harold
1959 La Tradición de lo Nuevo. Traducción de
Celso Fasio. Caracas: Monte Ávila.
ROSENBERG, Harold
1966 The Anxious Object. Art Today and Its
Audience. Nueva York: Mentor Book.
WOLF, Justin
2016 Harold Rosenberg. Art Historian and Critic.
The Art Story. Consulta: 16 de octubre de 2016. http://www.theartstory.org/critic-rosenberg-harold.htm
Es
un reflejo objetivo de la indefinición de la función del arte en la sociedad
actual y de la posibilidad de que el arte sea desplazado por las nuevas formas
de expresión, estimulación emocional y comunicación. Se refiere a la conciencia
de que el arte de hoy sobrevive en las intersecciones entre los medios de
comunicación populares, la artesanía y las ciencias aplicadas; y que el término
"arte" se ha convertido en inútil como medio para establecer además
una cierta categoría de invenciones.
Dada
la rapidez y sofisticación con la que las características formales de los
nuevos modos de arte son apropiadas por los artesanos de los medios de
comunicación comerciales y la semi-media (arquitectura, diseño de autopistas,
etc.), el objeto de arte, incluyendo a las obras maestras del pasado, existe
bajo la constante amenaza de deformación y de pérdida de identidad.
Traducción
libre del siguiente texto:
It is
an objective reflection of the indefiniteness of the function of art in
present-day society and the possibility of the displacement of art by newer
forms of expression, emotional stimulation and communication. It relates to the
awareness that art today survives in the intersections between the popular
media, handicraft and the applied sciences; and that the term "art" has
become useless as a means for setting apart a certain category of fabrications.
Given the speed and sophistication with which the formal characteristics of new
art modes are appropriated by the artisans of the commercial media and
semi-media (archi tecture, highway design, etc.), the art object, including
masterpieces of the past, exists under constant threat of deformation and loss
of identity.
[2] Rosenberg
señala:
En
relación con el destino de la libertad del artista, la actual integración de
las artes en nuestra sociedad de funciones especializadas, está lejos de ser
tranquilizadora. El cierre de la brecha entre el artista y el público no ha
llegado a través de una expansión de la libertad en las ocupaciones generales
de American. Por el contrario, ocurre bajo condiciones en las cuales el trabajo
y la práctica de las profesiones intelectuales están siendo cada vez más
reducidas en su alcance y disciplinadas de manera más estricta. En este
entorno, el énfasis actual de la crítica del arte en el producto final, antes
que en la naturaleza problemática de la producción artística, abre el camino
para que el arte sea producido bajo una dirección, como ocurre en otras
profesiones relacionadas. La vanguardia que hoy es socialmente aceptada ya
responde a esto a través de pinturas y esculturas que son ejecutadas según las
fórmulas sugeridas por los críticos, los dealers
o los coleccionistas, sin mayor sorpresa o repugnancia que la que despierta un
drama televisivo que ha sido compuesto para ajustarse a la línea narrativa del
productor. De hecho, los esfuerzos están continuamente en marcha, tanto aquí
como en el extranjero, a fin de establecer al "proyecto" arte como el
principio rector del arte del mañana.
Traducción libre del siguiente texto:
With
regard to the destiny of the artist's freedom, the current integration of the
arts into our society of specialized functions is far from reassuring. The
closing of the gap between artist and public has not come about through an
expansion of freedom in American occupations generally. On the contrary, it is
occurring under conditions in which work and the practice of the intellectual
professions are being constantly narrowed and more strictly disciplined. In
this environment the present emphasis in art criticism on the end product, rather
than on the problematical nature of the art undertaking, opens the way to art
produced under direction, as in related professions. Today's socially accepted
vanguard already responds to paintings and sculptures executed according to
formulas suggested by critics, dealers or collectors without any more surprise
or revulsion than is aroused by a TV drama composed to fit the story line of a
program producer. Indeed, efforts are continually under way, both here and
abroad, to establish "project" art as the ruling principle for the
art of tomorrow.
[3] Golpe de
efecto cómico en una película, representación teatral, programa televisivo,
etc. El término original viene de la palabra en inglés que significa “mordaza”,
su valor cinematográfico surge en Estados Unidos de América donde el gag tiene el valor de “observación
graciosa”.
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