lunes, 17 de octubre de 2016

Lectura del 1r Manifiesto Futurista

El Primer Manifiesto Futurista 

El Primer Manifiesto Futurista fue escrito por el poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti, siendo publicado en el periódico francés Le Figaro, en 1909. Este se consolidó como la inauguración del movimiento Futurista. Se caracteriza por su racionalismo intransigente y su enérgica celebración y fascinación hacia los alcances de la tecnología moderna, la exaltación de la belleza de la velocidad, la violencia, la guerra y la máquina. Junto a estos aspectos, hace hincapié en el rechazo hacia las tradiciones del arte occidental.
A continuación se cita un extracto del Primer Manifiesto Futurista[1]:
“Entonces, el rostro enmascarado con el buen hollín de las fábricas, lleno de escoria de metal, de sudores sobrantes y de azul los brazos agitados como una bandera, entre lamentos de prudentes pescadores de caña y de naturalistas maltrechos, lanzamos nuestro primer Manifiesto a todos los hombres fuertes de la tierra:

1.    Queremos cantar el amor al peligro, al hábito de la energía y a la temeridad.

2.    El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3.   La pintura y el arte ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño, nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4.    Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo; un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia.

5.  Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.

6.   Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.

7.   No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La pintura ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.

8.  ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.

9. Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.

10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias.

11. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos, cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta.

Lanzamos en Italia este Manifiesto de violencia atropelladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el "Futurismo", porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de antiguallas. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables".

El escrito hace uso de una particular retórica con la que se resaltan, principalmente, los siguientes aspectos: el elogio a la velocidad, la modernidad, la aniquilación del pasado y la apología a la violencia.

Elogio a la velocidad

Es relevante mencionar la aceleración multifacética que se suscitaron en las vanguardias: no sólo en la producción artística y teórica, sino también en los procesos históricos, políticos y sociales en la Europa de inicios del siglo XX. Como resultado de dicha aceleración, se desarrolla una superposición de las distintas vanguardias, operando en distintos lugares y tiempos, no necesariamente compatibles unas con otras. En función de ello, se exalta la velocidad, la impulsividad, la espontaneidad, la instantaneidad, la simultaneidad y/o el dinamismo. Todo ello, en oposición a los principios que regían el arte del pasado: la estaticidad, el equilibrio o la  armonía. 

Umberto Boccioni, artista y teórico del futurismo, distinguió, posteriormente, un “movimiento absoluto” y un “movimiento relativo”[2]. En el primero incluye tanto el movimiento propio de los objetos como el ámbito de los sentimientos en movimiento, mientras que en el segundo, es el producido por el objeto movido en relación con el entorno móvil o inmóvil. Estas dos formas de movimiento, para los futuristas, se constituyen como un “dinamismo universal” [3].  
A diferencia de los cubistas, que ejercían su principio de percepción sobre objetos estáticos, los futuristas se propusieron -a partir del Primer Manifiesto- la percepción sobre objetos en pleno movimiento. La pintura futurista pondría un especial énfasis en lograr dicha percepción. En efecto, todo cambia y se manifiesta vertiginosamente. Las vistas de los objetos nunca se manifiestan inmóviles ante nuestra percepción: aparecen y desaparecen sin cesar, logrando que se multipliquen ante nuestra retina[4]. Las obras pictóricas harán representación de dicha idea. En “Caballo y Jinete” (fig. 1), se logra, además de la descomposición de la representación de un caballo y un jinete en distintos puntos de vista, el dinamismo de los cuerpos como producto de la carrera. Con ello, los miembros -no sólo del cuadrúpedo, sino también del jinete- se exponen multiplicados. Un similar efecto se muestra en la obra “Dinamismo de un perro con cadena” (fig. 2).

La modernidad
La velocidad resaltada en el futurismo es un concepto que se encuentra relacionado con la modernidad, la misma que, en función a la adoración a la máquina, se da como el tema esencial del Futurismo literario. La máquina se presenta como un instrumento del poderío del hombre. Se exalta, para los futuristas, la vorágine y la velocidad del avión, de las locomotoras, de los automóviles o de las fábricas; en virtud de ello, se condena la estática propia de la inoperancia y en contraposición se alaba el dinamismo, colocándolo como objeto susceptible de poetización.

La obra “Dinamismo de un automóvil” (fig. 3) es ejemplo destacable del culto a la máquina impregnada con la velocidad que se ejerce en el Manifiesto. La formalidad de la obra insinúa una aerodinámica propia de la representación de un diseño automotor que nada tiene que ver con las carrocerías fabricadas en dicha época. Con ello, el artista – Luigi Russolo- se adelantaba a su tiempo dotándole al vehículo un perfil aerodinámico.  

De modo similar, la obra “Central eléctrica” (fig. 4) celebra, a modo expresivo, la naturaleza dinámica de una edificación –una central eléctrica- con la cual expone una síntesis visionaria hacia la arquitectura.

La apología a la máquina se hace también extensiva en el Manifiesto El Arte del Ruido[5], escrito por Luigi Russolo en 1913: “nos proporciona mucho más placer la combinación perfecta de los ruidos de los tranvías, los motores de combustión interna, los automóviles y las masas ajetreadas que el escuchar otra vez la Heroica o la Pastoral. Disfrutaremos orquestando en espíritu los ruidos de la excitación masiva de las estaciones, los talleres, las prensas de imprimir, las centrales eléctricas y el ferrocarril suburbano”.

La novedad y la aniquilación del pasado
Es decir, se rechaza el arte consagrado a fin de abrir camino a todo lo nuevo y vital.  Se busca la renovación de arte institucionalizado, cuestionando el status quo de  los clásicos valores academicistas, promoviendo una insurgencia que abre nuevas vías de sensibilidad en oposición a la burguesía anclada en el tradicionalismo. En función a ello, ya no se hace apología a la originalidad sino a la novedad; para crear lo nuevo hay que romper o aniquilar lo anterior. La idea se resume en una expresión que enarbola Marinetti: la liquidación del pasado. Con un carácter exclusivista, Marinetti rechazaba las tradiciones recibidas; quería destruir los museos y las bibliotecas, centros de conservación y de colección, de ahí que dichos recintos sean tildados, en forma metafórica, como cementerios. El pasadismo, concepto con que se designaba globalmente a una Italia retrógrada, debía ser sustituido por el Futurismo.

Apología a la violencia  
Junto con la reverencia hacia las máquinas, se alaba la fuerza, la lucha, la agresividad, la guerra, el militarismo, la destrucción y el sentimiento ultra nacionalista. Es así que el Futurismo interpreta a la modernidad bajo nociones que se ven condicionadas por el imperialismo y militarismo.  Habiendo surgido una exacerbada competencia en un escenario de crecimiento de mercados internacionales y de carrera armamentística;  uno de sus valores, la violencia, estuvo sujeto al tema de la guerra, refiriéndose a ésta, dentro del manifiesto, como la única higiene del mundo. Desde el primer manifiesto futurista, los objetivos de éstos, al igual que el lenguaje empleado, llevaban la impronta de la anarquía, el énfasis revolucionario y la exaltación de la fuerza. Este primer estímulo bélico promulgado en el Primer Manifiesto se ensalzó en Ideas Fundamentales del Futurismo, de 1920, donde los objetivos adquieren un sesgo político, sugiriendo la creación de un ejército de voluntarios para la modernización del servicio de seguridad pública y gobierno de Italia a cargo de jóvenes militantes. Este clima de revolución intelectual serviría como impulso político para Benito Mussolini, quien ya conocía a Marnetti desde 1925. El mismo Marinetti destacó la función pionera del Futurismo y sus puntos de contacto con el fascismo[6].
La Rebelión” (fig. 5) es una obra que sintetiza -a modo de una composición enmarañada en la que el elemento figurativo pierde protagonismo- la metáfora de la fuerza como producto de una muchedumbre excitada que comparte la impronta revolucionaria que seduce a la batalla. El rasgo transgresor y subversivo queda afianzado por los intensas saturaciones del rojo y los marcados ángulos agudos que dominan el grupo humano.

Conclusión
Casi el íntegro del Primer Manifiesto Futurista está impregnado de un tono incendiario y brusco, incrementado por la rapidez del discurso y por las asociaciones que su impactante vocabulario genera. Con el mismo ímpetu que adoran la velocidad, la modernidad y la novedad, desprecian el pasado y el academicismo. Las ideas con las cuales exalta la  vehemente violencia –como el culto a la guerra o el desprecio por la vida sosegada– sirvieron de estímulo al posterior fascismo que surgió en el periodo de entreguerras. Este primer manifiesto sirvió como preámbulo y piedra angular a un conjunto de posteriores proclamas y manifiestos futuristas en las que se sentaron las bases intelectuales que servirían de estímulo a las diversas artes, tales como la pintura, la escultura, la arquitectura, el teatro, la danza y/o la música.





[1] Marinetti, Filippo. Manifiestos y textos futuristas.
[2] Boccioni, Pintura y escultura futurista (dinamismo plástico).
[3] En el Manifiesto Técnico de la Pintura Futurista se proclama que el dinamismo universal debe ser ofrecido en pintura como sensación dinámica.
[4] En el Manifiesto Técnico de la Pintura Futurista se describe el dinamismo con ejemplos escénicos: ”un caballo corriendo no tiene cuatro patas, sino veinte, y sus movimientos son triangulares”.
[5]  En él, Russolo considera que el oído humano se ha acostumbrado a la velocidad, la energía y el ruido del paisaje urbano e industrial. Además, esta nueva paleta sonora requiere de un nuevo acercamiento a la instrumentación y composición musical. 
[6]  Marinetti, Futurismo y Fascismo. 1920 


Fig 1. Carrá Carlos. Caballo y jinete. Óleo sobre lienzo. 1912

Fig 2. Giacomo Balla. Dinamismo de un perro con cadena. Óleo sobre lienzo. 1912

Fig 3. Luiggi Russolo. Dinamismo de un automóvil. Óleo sobre lienzo. 1912

Fig 4. Antonio Sant´elia. Central eléctrica. Tinta china y lápiz sobre papel. 1914

Fig 5. Luiggi Russolo. La rebelión. Óleo sobre lienzo. 1911


BIBLIOGRAFÍA

FOSTER, Hal, KRAUSS, Rosalind, BOIS, Yle Alain, BUCHLOH, Benjamin. Arte desde 1900. Ediciones Akal, 2006
GHIGNOLI, Alessandro.  Futurismo, la explosión de la vanguardia. Editorial Vaso Roto. Barcelona, 2011.
HUMPHREY, Richard, Futurismo: Movimientos en el arte moderno. Encuentro, 2000.
MARINETTI, Filippo. Manifiestos y textos futuristas Ediciones del Cotal,Barcelona, 1968. 
MARTIN, Sylvia. Futurismo. Taschen.

PIZZA, Antonio. Ciudades del futurismo italiano, Las. Vida y arte moderno. Edicions Universitat Barcelona. 


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